1, 2, 3 sueño rem
Fue así... Yo estaba acostada, eran las 2:30 de la mañana. Dormía, soñaba. No recuerdo bien qué. En un momento, vos viniste y te sentaste al lado mío, trajiste el mate con vos. Cebabas uno, con el termo blanco que tanto conocemos, en el mate que tantas mañanas compartimos. Mientras, me preguntaste ¿Te sorprende que esté acá? ¿Te gusta?. Tu cara expresaba preocupación por la respuesta que yo pudiera dar, como si alguna vez ya, antes, me lo hubieses preguntado y yo hubiera contestado ¨no, no me gusta, me molesta, quiero que te vayas¨. Tu cara era esa y yo la miraba como siempre, echada a tu lado, descubriendo cada sensibilidad que me provocaba tu rostro, completamente metida en vos... y en mí. Claro que en todo eso yo me sonreía y por un momento malinterpretabas mi gesto de ternura con el de la burla, creías que minimizaba tu entrega y puf, desapareciste detrás del agua que volcabas del termo al mate, con suma concentración por embocar en un determinado agujero el liquido caliente-
Así estábamos, en silencio, sin quemarte, y yo reconocía la necesidad de respuesta-acción-inmediata que había gestado tu pregunta, esa cebada de mate y la mirada gacha. Entonces, como si nuestras diferencias fueran nimias, como si no hubiera otra forma posible, me incorporo, pongo el cuerpo, me acerco a vos -entonces tu cara estaba ya muy cerca de la mía, tanto que un poco más nos volveríamos cíclopes- te saco el mate y el termo, los dejo en el suelo y te digo, sinceramente, sin mentirte ni ocultarme -lo denota la sonrisa-: ¨no, no me sorprende, estoy muy contenta¨. Me acerco un poco más, recorriendo lo que queda de distancia, de ese aire espeso y húmedo que hay entre los dos, para besarte y que me beses. Pero son las 2:30 de la mañana y esta cama empieza a quedar chica. Abro los ojos -raccord al lugar donde estarían vos y tu beso- y encuentro la huella que dejaron tus ojos en el aire. Un dibujo. Un boceto. Me sorprende verlos desvanecerse, con total precisión volverse transparentes, dejar de existir. Duele un poco. Otro poco más. Tus labios irrigados se empequeñecen hasta llegar a ser un punto rojo infinito, aquel hasta el que dijiste que me querías, ese que ahora titila en la demasiado pronta mesa de luz, en el celular que no tiene un mensaje tuyo ni sos ya vos, que me dice que son las 2:32 AM y que no es hora de besos ni de mates.
Comments