Entrada de diario. Superficies y sorpresas
Hoy el día fue un poco así, como antes. Como estar viviendo adentro de capas...
Y ver todo lo que me rodea de esa forma.
Y escucharlo todo discriminadamente -aunque en simultáneo-.
Reconociendo la superficie,
sin querer habitar la fachada,
Haciéndolo de todos modos.
Hubo dos épocas, antes. La menos vieja trató de adecuarse a las necesidades de la apariencia y la de antaño se resiste a morir. Ella, a la que más quiero, me reclama atención y yo, postergándole todos los días, le prometo que será el invierno que viene, el verano que viene, el...
No hay inviernos. Ni veranos. Pasan climas y la tensión entre
lo no deseado, lo hecho y lo sucedido no se comple(men)ta, no. Proporcionalmente crecen las ansias de entenderlo todo, de conocerlo todo, y que todo en igual medida
se derrumbe por la sorpresa.
Por completo. Pero no.
No hay sorpresa. El día termina y no hay. Sólo superficies y fachadas.
Tensiones incompletas.
Completa extrañeza.
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